Queridos vecinos, vecinas, amigos y visitantes:
Muy buenas tardes a todos...
y ¡felices fiestas!
Para mí es un verdadero honor —y también una gran emoción— estar hoy aquí, delante de todos vosotros, para dar el pregón de estas fiestas tan nuestras, tan esperadas, tan llenas de alma,
en honor a nuestra querida Virgen del Carmen.
No voy a deciros que conocí La Muela de mayor, ni por casualidad...
No.
La Muela ha sido siempre parte de mi vida.
Mi familia es de aquí.
Y desde que nací, este fue mi segundo hogar.
Porque quien tiene raíces en un pueblo... sabe que las vacaciones se pasan en el pueblo.
Bendita abuela, que nos esperaba con la mesa puesta,
con la puerta abierta y
con los brazos llenos de amor.
Veranos enteros corriendo por estas calles, siestas eternas para recargar pilas, porque ya sabeis que hace más de 30 años era o ver la carrera ciclista a las 4 de la tarde, o te echabas la siesta...
tardes de calor entre sombras de parras y olivos,
noches de estrellas que no se ven en la ciudad... y el que haya visto una verdadera lluvia de estrellas en el campo, sabe de lo que hablo...
Todo eso me ha acompañado siempre.
Y con el tiempo, La Muela dejó de ser “ese lugar al que venía”…
y se convirtió en mi hogar.
Y no sabéis cuánto lo agradezco.
Y al hablar de La Muela, no podemos olvidar a todos aquellos que, con sus propias manos, levantaron esta aldea.
Recordemos que cada piedra, cada ladrillo, fue colocado por alguien que soñaba con un futuro mejor.
Gente que levantaba su casa con mucho esfuerzo,
con esperanza,
con trabajo duro.
Personas que, sin grandes medios, pero con un corazón enorme,
crearon este lugar que hoy seguimos llamando hogar.
Nuestro deber es recordarlos,
con orgullo y con gratitud.
Sin ellos, no estaríamos hoy aquí celebrando y disfrutando de estas calles y este enclave.
Este lugar tiene algo especial.
No solo por su entorno natural —que es un tesoro en sí mismo—,
ni por su tranquilidad,
ni por sus paisajes.
Lo verdaderamente valioso de La Muela es su gente.
Vosotros.
Gente que comparte,
que se cuida,
gente unida.
Las fiestas en honor a la Virgen del Carmen son el corazón del verano de la Muela.
Son días de reencuentros, de risas,
de recuerdos compartidos.
Pero también son días para mirar al cielo...
y dar gracias.
Gracias a nuestra Virgen, que nos une,
que nos protege,
y que tantos de nosotros llevamos muy dentro.
Y aquí, si me permitís, quiero abrir un poquito mi corazón.
Porque si hay alguien que me enseñó a amar a la Virgen del Carmen,
esa fue mi abuela Juliana.
Ella tenía una fe infinita.
Decía que la Virgen era hacedora de milagros,
que cuidaba de los más necesitados, de los desprotegidos,
de quienes no tenían a nadie.
Y tanto mi abuela como mi madre, desde pequeña, me han contado historias de milagros obrados por esta Virgen.
Milagros grandes y pequeños.
Siempre llenos de esperanza.
De esa certeza de que, aunque la vida a veces apriete,
no estamos solos.
Esa devoción,
me la transmitieron con tanto amor y con tanta verdad,
que cada vez que veo pasar a la Virgen por nuestras calles,
pienso en lo importante que es vivir con Fe.
Por eso, mi más sincero agradecimiento a quienes un día tuvieron la iniciativa de levantar la ermita en su honor, entre ellas algunas Carmen. Que por cierto, felicidades a todas!!
Ese gesto de levantar una Ermita aquí en la muela, fue mucho más que construir un lugar de oración:
fue un acto de fe, de comunidad, pero sobre todo,
de generosidad absoluta.
Y cómo no recordar aquella primera verbena que organizaron para celebrarlo.
Aquello fue el comienzo de algo muy bonito…
y con el paso de los años, aquí seguimos, celebrando a la Virgen del Carmen y celebrando una gran fiesta para esta Aldea.
También quiero agradecer de corazón a la Junta de Gobierno,
a nuestra alcaldesa, por su compromiso constante,
y muy especialmente a Susana,
que sigue trabajando sin descanso para que esta feria siga viva.
Y cómo olvidar esas cosas que solo se viven aquí:
las verbenas que se alargan hasta el amanecer,
las risas en cada rincón, el disfrute desde los más mayores hasta los mas pequeños de la casa,
los abrazos de quienes solo se ven una vez al año…
Todo eso… forma parte de lo que somos.
De nuestras historias,
de nuestra identidad.
Porque La Muela es eso:
raíces,
recuerdos,
personas bonitas.
Y en días como estos…
todo eso se multiplica.
Así que, vivamos estas fiestas con alegría.
Con el corazón lleno.
Con emoción sincera.
Celebremos juntos,
como cada año,
a nuestra Virgen del Carmen,
y sigamos haciendo grande esta tradición que nos pertenece a todos.
¡Que vivan las fiestas!
¡Que viva La Muela!
¡Y que viva la Virgen del Carmen!
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